jueves, 10 de mayo de 2012

Maestro del disfraz

La gente tiende a creerse astuta por naturaleza. Tienden a creer que son como detectives, que al leer tus palabras, tus gestos y cuatro gilipolleces más son capaces de descifrarte por completo. Lo podrás ver en sus muecas de satisfacción. Si, esa que cuando la ponen te entra un deseo dificilmente controlable de romperles el tabique nasal de un hostión. El caso es, que a veces aciertan, pero al final se mete la pata más veces de las que se acierta. Ahí tenemos otro fallo, tender a creer que nuestros aciertos valen más que nuestros errores, pero bueno, eso ya es harina de otro costal.

Por otro lado, tenemos otro tipo de gente que se cree astuta. Se trata de usar un método supuestamente de autodefensa que consiste en poner mil capas delante de tí, a modo de barrera, y encerrarte en el interior, como si así creyesen que nadie puede tocarlos. Nuevamente, otro error. Las capas, por muchas que sean, una vez resquebrajada una, el resto caen como en un efecto dominó.

Creo, simplemente, que lo gracioso consiste en dar pequeños atisbos de nuestra personalidad, como escondiendo un caramelo dentro de un pastel, y observar la reacción. Confiar y soltar pequeños fragmentos de nosotros mismos, sin ser extremadamente enrevesados, meramente por el deseo de compartirlos y sonreir cuando alguien los descubra. Y finalmente por otro lado, no ofuscarse con los continuos cambios de disfraz. Simple y llanamente prestar atención y cuando notes el cálido tacto de uno de esos fragmentos, esbozar una sonrisa y disfrutar de esa pequeña muestra que, en realidad, significa más de lo que parece.

domingo, 6 de mayo de 2012

Porque si tuviese voz de cuentacuentos todo sonaría taaaan bien...

¿Cómo describir aquello que tanto anhelamos con meras palabras? ¿Podemos siquiera concebir la idea de lo que algo realmente representa para nosotros? Creemos estar seguros de lo que vemos, escuchamos o sentimos. Creemos saber expresar cualquier cosa, ya sea mediante acciones, o por creer haber crecido en un ambiente rico en palabras que nos hagan léxicamente invencibles. 
La cruda realidad es que somos tan ambigüos como nuestros extremos nos permiten serlo. Somos tan sumamente cínicos que podemos poner nuestra mejor sonrisa ante alguien a quien nos gustaría ver sufrir. Podemos pasar de la carcajada más contagiosa al llanto más congojoso que nos podamos imaginar. Somos tan previsibles e inesperados a la vez. Somos seres tan indefensos y a la vez tan fríos que causa miedo tan solo intentar conocernos. Únicamente cuando somos lo bastante listos, atrevidos o hemos perdido tanto el juicio que nos la suda todo, somos...joder, mierda. He perdido el hilo. Había pensado en rehacer mi frase o retomar el artículo desde el principio, pero al carajo, estas cosas están para eso, para ver lo que le pasa a uno por la mente en todo momento.
Et c'est uniquement parce-que je suis enflammé, que...bordélerie, je ne suis même pas capable de dire trois phrases cohérentes dans un langage comun. Envie de tout mander chier.
Volviendo sobre mis cabales (cosa que no ha sido fácil, porque lo creais o no, me ha llevado su buen rato calmar mis nervios y no lanzar una taza de café expresso contra la puerta), no, en realidad no puedo. Guitarras, pianos, violines y cellos danzan en una macabra melodía sobre mi cabeza. Puede parecer tan turbio. Soy consciente de ello. Pero a la vez, si prestaseis atención, tiene algo de bello, elocuente.
Se sin lugar a duda que mis dos últimos dos párrafos son tan inverosímiles como un mapache lo es de un colibrí en la américa colonial. Sin embargo, hay momentos en los que simplemente necesitamos construir frases sin ningún tipo de sentido, ya sea porque la combinación de palabras nos parece la puta polla, o porque a pesar del carente sentido del conjunto, una melodía estridente recorra fugazmente cada palmo de nuestro cuerpo.
Pasas de la euforia más hilarante a la nostalgia más desoladora. Todo un abanico de sentimientos te recorre en milésimas de segundo, y sin embargo, al final, sueltas una estruendosa carcajada. ¿Por qué? Porque todo acaba siendo una broma, una broma macabra. Y lo gracioso de todo es que solo puedes reirte o perecer. Puedes formar parte de la sátira, ser consciente de que tu única salvación es disfrutar, dedicarte a los pequeños placeres, comer cual Hansel y Gretel, dormir como una marmota, divertirte con el deporte, apreciar la música, y por qué no, follar a destajo, joder, que es el momento.


Formad parte del folclore, animaos, haced lo que querais. Joder me da igual. Pero recordad: "vive y deja vivir". La única clave.

SirJ

P.D: ¿Ah, que no he terminado de escribir? ¿Esto han sido una sarta de idioteces sin estructura ni final lógico? Mala suerte, me cansé de escribir.

viernes, 4 de mayo de 2012

Ajuste de cuentas

El tintineo de las llaves, el crujido de la madera, en perfecta sinfonía con los pasos cada vez más cercanos, el sonido sordo de la cerradura al abrirse, la puerta oxidada chirriando, como si estuviese haciendo muecas de dolor con cada centímetro que la empujan. Luego, más pasos. Sabes que no deberías asustarte, que tu mente cuerda y coherente debería seguir firme. Sabes todo eso, pero hay algo inherente en todo eso. Un cubículo irracional que trata de abrirse paso a zancadas al grito de: "sálvese quien pueda". Al final, escapa a tu control. Tu pulso se acelera, casi puedes notar la sangre pasar a toda velocidad por tus venas. Empiezas a sudar, se te hace un nudo en la garganta, dejándote mudo. Abres una botella de bourbon, alcanzas un vaso y te sirves una copa. La bebes de un trago. Cuesta, pero parece que eso te calma. La madera sigue crujiendo, cada vez más cercana. Sirves otra copa y te dejas caer en tu butaca. Es una butaca de cuero ocre, desgastada por el paso de los años, signo de haber sobrevivido a varias generaciones. En realidad en toda la casa se respira ese aroma. Lo detectas desde el momento en el que cruzas el umbral. También se nota algo más, pero debes agudizar tus sentidos para poder vislumbrarlo. Tienes que entrar en comunión con la habitación para detectarlo. Es casi como una visión onírica de las experiencias que se han vivido allí. Un chasquido, sobresalto. Levantas la mirada, al tiempo que una gabardina asoma por el marco de la puerta. Un brillo metálico asoma en una de las mangas. Aflojas el nudo de la corbata. Dejas caer el vaso, que se rompe en mil pedazos con el contacto del suelo. Te levantas, asustado pero con firmeza. Esa firmeza que te dan irracionalmente las situaciones en las que sabes que estás jodido. Pisas los restos del vaso, el sonido resona en las paredes. Levantas la mirada, con decisión, porque tu mente finalmente ha ganado el control de tu cuerpo, porque al menos, esa batalla la tienes ganada y te enorgulleces de ello. Tus labios se levantan levemente, describiendo una débil sonrisa. En realidad, sabes que más que una sonrisa es una mueca desafiante, mordaz. Te quitas la americana. No quieres estropearla. Desabrochas los botones de la camisa, y te la remangas. De repente, un chasquido en el otro lado de la casa. La gabardina se mueve, vacilante. Sabes que es tu momento. Te armas de valor y te lanzas hacia tu destino, con tu mueca de desafío. Porque al menos, eso no te lo podrán quitar nunca.

martes, 17 de abril de 2012

Estás loco, majareta. Pero te contaré un secreto: las mejores personas, lo están.

Me ha pasado lo de siempre. Días y días sin saber sobre qué escribir. Hasta que por fin lo he decidido. Hoy, amigos, hablemos del desternillante, y algo turbio, Charles Lutwidge Dodgson, al que probablemente conocereis como Lewis Carroll.

Todos le conoceremos por su famoso relato infantil (y no tan infantil, pero volveremos sobre esto un poco más adelante) Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Todos recordaremos a aquella niña persiguiendo al conejo blanco y callendo por el hueco de aquel arbol sin fin. El caso es que hace relativamente poco adquirí un ejemplar bastante antiguo del cuento de Carroll. Lo fui dejando sin empezar, principalmente por pereza, pero fue abrir la primera página y devorarlo. Y lo que descubrí fue un libro totalmente diferente a aquel que me había hipnotizado de niño. Es por ese motivo que me vino a la mente una idea: es un libro que podemos leer tantas veces como queramos, pero que, en realidad, tiene dos etapas. La primera, aquella en la que nuestros padres nos lo leen en voz alta, mientras nosotros, arropados bajo nuestra colcha de ositos, escuchamos embelesados. La segunda, años después, cuando descubrimos un mundo totalmente nuevo al que imaginamos de niños.



Cuando somos jóvenes, nos maravilla ese mundo de locura y sin sentido, totalmente al revés del nuestro, en el que los animales hablan cual personas humanas. Nos resultan desternillantes los diálogos, que aunque nos parezcan extraños y muchas veces carezcan también de sentido, son tremendamente atractivos para nuestros oídos. Pero no es hasta cuando hacemos una lectura más tardía, más madura, cuando descubrimos el trasfondo detrás del cuento, la sátira detrás de la locura, la seriedad detrás del humor, y por supuesto, todo aliñado con juegos de lógica y matemática que tanto le ecantaban a Carroll. Y obviamente sin olvidarnos del factor psicodélico, que no se a vosotros, pero a mí me parece increiblemente interesante.



En fin, mi objetivo no es hacer una disertación sobre Alicia en el país de las maravillas, ni mucho menos, simplemente escribir unas cuantas líneas, esperando que alguien se identifique con mi experiencia. Naturalmente también me agradaría que todos aquellos que disfrutasteis de Alicia en vuestra infancia recordeis aquellos buenos momentos.




En definitiva, todos tenemos a nuestro personaje favorito, ya sea el Conejo Blanco con su reloj, la Oruga azul con su pipa, la Liebre de marzo, el Sombrerero loco, el gato de Chesire, la Reina de corazones, sus famosos guardias/carta, Tweedledum y Tweedledee y un largo etc. Cual es el vuestro?

SirJ

  • -Minino de Cheshire -empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría este tratamiento: pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba -. Minino de Cheshire, ¿podrias decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
  • -Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato.
  • -No me importa mucho el sitio... -dijo Alicia.
  • -Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato.
  • - ... siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación.
  • - ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato -, si caminas lo suficiente!



domingo, 8 de abril de 2012

Insomnium

A lo largo de mi vida he sido alguien poco trasnochador. Siempre he tenido la costumbre de acostarme en horas digamos prudentes. Sin embargo, ha sido en mi etapa universitaria cuando he visto modificar radicalmente mis ritmos circadianos.



La gente me pregunta a menudo: "¿Oye Javier, por qué pasas muchas veces más horas despierto de noche que de día?" o "¿Se puede saber qué diablos haces tantas noches en vela? En qué empleas tu tiempo?". Para empezar, como todo, la respuesta no es tan sencilla. Quiero además aclarar que no estoy despierto un día cualquiera a las cuatro de la madrugada como hoy simplemente por el hecho de no poder dormir. Si puedo dormir, podría irme ahora mismo a dormir si quisiese y en menos de quince minutos estaría con mis ronquiditos abradazo dócilmente cual bebé a mi suave almohada de plumas. Si paso tantas horas despierto a la luz de la luna es porque quiero, sencillamente.

Todo tiene su momento, toda acción, afición, hobby o costumbre tienen su momento, primeramente en la vida, y en segundo lugar en el día a dia. Dejemoslo claro: al igual que alguien va generalmente a la facultad o a hacer deporte a lo largo del día, hay muchas cosas que tienen lugar de noche. Son, digamos, opuestos en ciertos aspectos. Ambos tienen sus encantos. En cierta medida el ruido, la luminosidad, el gentío son atractivos de una bonita mañana o de una tarde. En cambio, la penumbra y el silencio lo son de horas más tardías. Y qué quereis que os diga, en especial el silencio me resulta tremendamente atractivo. No digo que el ruido no me guste. Digo que cada cosa tiene su momento. Y quién me conozca sabrá perfectamente que puedo ser muy hablador y activo cuando quiero, pero que disfruto mucho con la escasez de palabras y lo que ello implican. Porque con silencios se pueden transmitir infinidad de cosas.

Sin ánimo de irme mucho por las ramas. Ocurren varias cosas. La primera que tengo cierta facilidad para mantenerme despierto cuando me apetece. La segunda que muchas cosas, como escribir (y ahora más concretamente en este blog), leer un buen libro, ver una buena película, y un largo etc. me gusta más hacerlas a estas horas. Y la tercera, el aprecio que le tengo a estos momentos. No os podeis imaginar cuanta belleza se aprecia en estos momentos, en el silencio y la soledad. Son ciertamente especiales. Y por supuesto que en su mayor parte son momentos solitarios, pero también es único el poder compartir con alguien la magia nocturna, encontrar a alguien con quien disfrutarla y recordarla.

En fin, sinceramente, no se si algo de lo que he dicho tiene algún sentido o simplemente estoy divagando y mis dedos bailan al ritmo de mi mente puramente delirante.


Por hoy nada más. Espero que lo disfruten.

SirJ

jueves, 5 de abril de 2012

En tierra de nadie.

Se han dado varias circunstancias para tan larga ausencia desde la inauguración de este blog. Podría decir que no he tenido tiempo o que un maravilloso e inolvidable viaje a la costa mexicana me ha mantenido ocupado. Podría poner mil excusas más, pero lo cierto es que he estado inactivo por la falta de inspiración. La verdad es que le daba vueltas y no encontraba realmente un tema apropiado, o sobre el que pudiese extenderme lo suficiente como para publicar un artículo decente. Finalmente, caí en la cuenta de que nunca había escrito sobre una de las historias que más me han conmovido y fascinado en mi vida. Así que, tras este breve preámbulo, ahí va. Esta es la historia de Alexander Supertramp.

Christopher McCandles es un jóven universitario estadounidense con una familia ordinaria. Durante toda su vida ha seguido los deseos de sus padres. En 1990, tras finalizar sus estudios, decide donar todo su dinero a obras de caridad, se deshace de todas sus pertenencias salvo de las necesarias y se embarca en el viaje de su vida. ¿Su objetivo? Alaksa. Al inicio de su viaje, Christopher se deja atrás cualquier documento que le identifique y adopta el nombre de Alexander Supertramp.

Así, su viaje a través de diferentes estados de la costa oeste hasta llegar a su destino podría definirse como la evolución del personaje de Alexander desde su renacer hasta su madurez. Lo que el tenía en mente era cortar los lazos afectivos con su pasado, dejar atrás una sociedad meramente consumista, y entrar en contacto con la naturaleza. Simplemente eso, vivir una experiencia real, pura y única. Y realmente lo consigue, pero no como él esperaba. Pensaba que para alcanzar la felicidad no le hacía falta nadie, solo la naturaleza y Alexander, como uno solo. Sin embargo, conforme su viaje avanza, entabla lazos que creía banales, que no necesitaba, aprende de diferentes personas y llega a extrañarlas, hasta el punto en el que se da cuenta de que: "La felicidad solo es real cuando se comparte."


He tratado de hacer una breve introducción para conseguir atrapar a los curiosos que lean esto, pero sin revelar demasiadas cosas. No se si lo he conseguido. Si no es así, mis disculpas. Para los que les interese, el libro se titula Hacia rutas salvajes de Jon Krakauer. En 2007 Sean Penn dirigió una película del mismo nombre. Os recomiendo ambos, sobre todo porque las imágenes de dicho largometraje, los podréis ver en muy pocos lugares.

Puede parecer una historia sencilla, pero espero que os deis cuenta, como yo lo hice, de lo mucho que hace reflexionar. No digo que vaya a cambiar vuestras vidas, pero os aportará un enfoque diferente para ciertas ideas, para ciertos temas. Y la verdad es que un punto de vista diferente nunca nos viene mal para darnos cuenta de cómo son realmente ciertas cosas.

Ya para ir terminando, y no extenderme demasiado, creo, sinceramente, que, aunque suene a cuento chino (y quizás alguno que conozca la historia lo entienda), muchos tenemos un, digamos, Alex Supertramp escondido en nuestro interior. En unos estará más a flor de piel, en otros oculto, muy hondo, a penas visible. Pero creo firmemente que, aunque sea levemente, a quien conmueva esta historia, es porque la entiende de verdad.

Nada más que decir. ¡Larga vida al kiwi!

martes, 6 de marzo de 2012

Ley Volstead o Ley Seca


En 1917, el Congreso aprobó una resolución a favor de una enmienda a la Constitución de los Estados Unidos (la Enmienda XVIII) que prohibía la venta, importación, y fabricación de bebidas alcohólicas en todo el territorio de Estados Unidos. En enero de 1919 la enmienda fue ratificada por 36 de los 48 estados de la Unión, siendo susceptible de imponerse como ley federal (aplicable a todos los Estados). En octubre del mismo año, se aprobó finalmente la Ley Volstead, que implementaba la prohibición dictaminada por la Enmienda XVIII.

Llevaba tiempo queriendo empezar un blog, un lugar donde poder hablar de los temas que me ronden la cabeza en todo momento, sean de la índole que sean. Levaba tiempo queriendo poner esto en marcha, porque aunque me parece que el Twitter es un invento totalmente revolucionario, para muchas cosas se me queda corto, para hablar de ciertos temas no bastan 140 caracteres. Sin embargo, nunca me decidía, no sabía por dónde empezar, sobre qué escribir. Así que decidí dejar, sencillamente, que las musas hicieran su labor, y dejar que la inspiración viniese a mí.

Os preguntareis, ¿Qué me ha hecho finalmente escribir? Podría decirse que ha sido un cúmulo de cosas. Ya tenía unos cuantos temas en mente (que trataré más adelante), pero ha sido hoy, 6 de marzo de 2012, al terminar de ver la primera temporada de Boarwalk Empire, cuando por fin me he dicidido. Y es que la HBO nos tiene mimados, acostumbrados a series de gran éxito, series que enganchan, unas para pasar el rato, y otras, por otro lado, muy inteligentes. Pero Boardwalk Empire tiene algo muy especial. Fueron varios factores los que me hicieron, impulsivamente, empezar a ver esta serie. Para empezar, siempre es un placer encontrarse con un proyecto de Martin Scorsese. Por otro lado, leí que el  episodio piloto costó 18 millones de dólares, siendo así el piloto más caro de la historia de la televisión. Finalmente, me enteré de que transcurría en los años 20, durante la Ley Seca, y me dije que era imposible resistirse.

Boarwalk Empire cuenta con un elenco de actores muy correcto, que, sin llegar a ser superestrellas de Hollywood, a muchos los conocemos, y a otros no tanto. Sin embargo, ninguno defrauda. Protagonizada por Steve Buscemi (al cual recordaremos de multitud de largometrajes, entre los que se pueden incluir Reservoir Dogs), podría decirse que la serie es muy lenta, o que carece de interés. Pero lo que pasa es que va más allá de todo eso. Lo que hace es sustentar las bases con el fin de crear un proyecto sólido e inteligente, que intuyo que nos llenará de grandes emociones por mucho tiempo. La ambientación, muy lograda, consigue enmarcar los años 20 de una manera sin igual. Sin animo de anotar ningún spoiler, solo diré que nos va introduciendo temas revolucionarios de la época, y nos encontraremos a lo largo de la trama a toda clase de personajes populares de la época.

Podría extenderme mucho más, y soltar párrafos y párrafos, pero tengo la impresión de que para un primer artículo, no está mal. Sé que en un principio, esto no lo leerá ni Peter Griffin, pero espero que, con el tiempo, poco a poco esto lo vaya leyendo gente interesada, y que mi opinión aquí plasmada, al menos sirva para algo, y no para que yo pase el rato escribiendo, digamos.

Por hoy nada más, larga vida al Kiwi, y esperemos que un día no muy lejano, encuentre sus alas...